Cierto día una conocida que solía mirar una serie de Netflix llamada Grey’s Anatomy llegó a visitarme. Ella comenzó a contarme del sinfín de enfermedades que la estaban agobiando, y en especial una que ella pensaba era muy grave. Ella sentía que estaba muy enferma. Lo irónico es que había ido al médico pensando que le daría un diagnóstico fatal, pero resulta que ninguna de sus enfermedades era real. Todo era producto de su imaginación. Ella se encontraba plenamente sana. Yo nunca he visto la mencionada serie, pero me han comentado que narra el día a día de los cirujanos de un ficticio hospital de Seattle. Según entiendo, parte de la trama es ver cómo las personas llegan a padecer enfermedades raras o incurables, y la serie muestra el sufrimiento hasta el final cuando sanan o mueren. Mientras conversábamos sobre lo que aquella mujer había experimentado recientemente, ella dijo: «¡Vaya! Estoy viendo tanto Grey’s Anatomy que hasta estoy pensando que yo también estoy enferma y que ya me voy a morir». De inmediato pensé (aunque no me atreví a decírselo): Y si te das cuenta de esto, ¿por qué sigues metiendo esa basura en tu cabeza? La verdad es que muchas mujeres, sin darse cuenta, viven como cestos de basura: la basura que dejan entrar a su mente y a su vida a través de las telenovelas, las series de Netflix, la música pagana, los libros (en particular las novelas eróticas), los chismes, las relaciones tóxicas e incluso ciertas costumbres y tradiciones de las diferentes culturas. Lo que yo no logro entender es por qué algunas mujeres deciden vivir de este modo, incluso cuando saben que algo les hace daño. ¿Por qué siguen viendo esa telenovela que las infecta con ideas de adulterio porque en la pantalla se ve como algo «justificable y bueno»? ¿Por qué siguen escuchando aquellas canciones que las deprimen? ¿Por qué en sus festejos escuchan música cuya letra habla de fornicación e insta a bailar con movimientos pecaminosos? Yo no me voy a poner a explicarte de qué manera influencia en tus pensamientos aquello que miras o escuchas. Si quieres aprender más sobre esto puedes consultarlo en Google donde hay varios artículos al respecto. Lo que yo te puedo decir es que, lo que escuchas o miras es un alimento para tus pensamientos. Y nuestros pensamientos determinan el rumbo de nuestros pasos. Y es por esto que la Biblia nos recomienda ser cuidadosas con lo que dejamos entrar a nuestra mente. Observa estos consejos: Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3:2, NVI) Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. […] No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan. (Efesios 5:15-17, NTV) “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primer mandamiento y el más importante. (Mateo 22:37, NTV. Énfasis añadido) En Efesios 5:1 leemos esto: «Por lo tanto, imiten a Dios en todo lo que hagan porque ustedes son sus hijos queridos». ¿Te imaginas a Dios bailando con movimientos obscenos? ¿Puedes ver a Dios viendo o leyendo Cincuenta sombras de Grey? ¿Crees que Él se reúne con los ángeles para hablar mal y criticar al Espíritu Santo? No. No vemos a Dios haciendo estas cosas. No vemos a Dios actuando como un cesto de basura. Y nosotras estamos llamadas a imitarlo a Él en todo lo que hacemos. Con respecto a nuestra forma de vivir, como imitadoras de Cristo, el predicador Charles Spurgeon dice esto: «Cuando alguien siente: "No hay nada que me pertenezca que no pueda consagrarse a Dios" y cuando afirma: "Yo, como siervo de Dios, puedo tomar todo lo que me pertenece y santificarlo para el Señor", alcanza el orden más elevado de humanidad e ilustra el más alto grado de cristianismo. No podemos exhibir en su plenitud el espíritu de Jesucristo mientras no aprendamos que debemos obrar en cada lugar y en todos los ámbitos con el espíritu de la fe». Déjame preguntarte: ¿Estás obrando en cada lugar y en todos los ámbitos con el espíritu de la fe? ¿Qué música estás escuchando? ¿Qué tipo de conversaciones tienes con tus amigas? ¿Qué programas de televisión estás mirando? ¿Qué estás viendo en Internet? ¿Qué es lo que más ves y comentas en las redes sociales? ¿Estás imitando a Dios en todas estas cosas? Te animo, amiga, a examinar lo que está entrando a tu mente. Yo no quiero que este artículo te haga sentir culpable. Déjame ser honesta: yo también he bailado al son de música mundana. Yo también he dado oído a los chismes. Cuando era adolescente, no paraba de llorar al escuchar cientos de veces la misma canción deprimente de un grupo llamado Air Supply. Lo que sí anhelo es que juntas comprendamos que estas cosas no agradan a Dios y que Él nos pide cambiar para poder bendecirnos y que conozcamos Su voluntad. Si Dios nos pide que lo imitemos en todo, no tenemos otra opción. En todo lo que hacemos debemos meditar si estamos imitando a Dios. Y, honestamente, no siempre vemos a Dios haciendo lo que nosotras estamos haciendo… Pensando lo que nosotras pensamos… Vistiendo lo que nosotras vestimos… Pero te animo a analizar cada actitud, cada acción, cada pensamiento. Y te animo a seguir el consejo de la Palabra de Dios para nosotras, que dice: ¡Adquirir sabiduría es lo más sabio que puedes hacer! Y en todo lo demás que hagas, desarrolla buen juicio. (Prov. 4:7. Énfasis añadido) Te puedo decir con certeza que, una vez que descubres que has estado actuando como un cesto de basura y decides cambiar eso y más bien alimentar tus pensamientos con la sabiduría de la Palabra de Dios, tu vida se llenará de gozo y de un aroma agradable. Tus pensamientos serán diferentes y reflejarás a Dios en todo lo que hagas. En lugar de actuar como un cesto de basura, serás un hermoso vaso en las manos del Alfarero. ¡Que el Señor nos ayude a ser sabias en el cuidado de nuestra mente! Acabas de leer ¡No eres un cesto de basura! Si esta publicación te ha sido útil, deja tu comentario a continuación y comparte con otras mujeres a las que también les pueda ayudar. Gracias.
0 Comentarios
Tu comentario se publicará una vez que se apruebe.
Deja una respuesta. |
AutoraElena de Medina. Traductora y editora de literatura cristiana. Empresaria. Esposa y madre. Su mayor anhelo es cumplir con los sueños y el diseño de Dios para su vida. Su pasatiempo favorito es la lectura. Su anhelo es poder ser una mujer que inspira a otras a vivir para el Señor. Archives
marzo 2018
Categories |