No sé qué piensas tú, pero para mí uno de los deleites más maravillosos que pueden existir son los masajes corporales. Y ni hablar de los masajes en los pies. ¡Son mis favoritos! Algunos días, luego de terminar algún proyecto de traducción o revisión, me recuesto en mi cómodo mueble de cuero café, y pregunto: ¿Quién quiere ganarse unos dólares en este instante? Mis hijos saben lo que eso significa: ¡¡Mamá necesita masajes!! (Bueno, hay que enseñar a los niños que el dinero llega con esfuerzo, ¿verdad?) Cuando me siento estresada, tensa y hasta adolorida, anhelo un buen masaje corporal. Pero la verdad es que no siempre consigo uno, y nunca me propongo ir al spa porque no está entre las prioridades de mi vida (para mí siempre habrá algo más «importante» que gastar tiempo en mí misma). Pero las pocas veces que he ido al spa o al masajista, han sido un verdadero placer. Lo que yo no había notado es que, aun en medio de una «vida espiritual rigurosa», mi espíritu puede sentirse de la misma manera que mi cuerpo: agotado, tenso, adolorido. Y a esta lista puedo añadir más sensaciones que hacen que nuestro espíritu se sienta ansioso por recibir un «masaje espiritual». Hace una semana tuve la oportunidad de asistir a un maravilloso retiro de mujeres que me ayudó a ver esta realidad; esta necesidad que yo tenía pero que estaba desatendida. Seguramente tú preguntas: —¿Pero acaso no oras cada día? ¿Acaso no inviertes tiempo en la Palabra? Y mi pronta respuesta es: —Estudio lecciones de vida cristiana en video cada día a las 5am, junto a mi esposo, y oramos por una hora. Luego cada uno tiene su tiempo personal para buscar el rostro del Señor. Por lo general estudio la Biblia a fondo cada día durante las horas de trabajo, pues mi labor es la de traducir/editar comentarios de la Biblia o Biblias de estudio con alto contenido teológico que requieren análisis profundo de los idiomas originales y también edito libros de vida cristiana. Ya que mi pasatiempo favorito es leer, leo toda clase de libros cristianos que sean alimento para mi fe. Y en cada oportunidad que me es posible, escucho música de alabanza y adoración en la que me deleito en gran manera. No te voy a decir qué más hago, porque no quiero parecer presumida. Pero sí me gustaría que entiendas lo que yo acabo de comprender: aunque tengas una vida rigurosa de oración y meditación en la palabra, existen momentos especiales y diferentes, a los que yo llamo «Spa de Su gracia», en los que puedes recibir esos «toques» y otros detalles que serán como un masaje que el Padre le brinda a tu espíritu. Personalmente creo que este masaje con el que Dios te consiente es un recordatorio de Su gracia. Es decir, cuando me refiero a que mi espíritu se siente agotado, tenso y adolorido, no es por falta de comunión con Él. Al contrario, mientras más sólida es mi comunión con el Señor, más veo las falencias e imperfecciones, los pecados y la maldad de mi corazón, la necesidad insondable que tengo del Señor en mi vida. Darme cuenta de cuán incompleta soy, de cuánto le fallo al Señor cada día, de que no merezco Su favor y sin embargo Él está ahí a cada instante… eso causa dolor, agotamiento, decepción. No hacia Dios, sino hacia mí misma, porque aunque me esfuerzo y pongo todo mi empeño en ser lo que Él anhela de mí, le fallo. Y vuelvo a faltarle el respeto a mi esposo… Y nuevamente pierdo la paciencia con mis hijos, y les grito… Y una vez más doy oídos a los chismes y vuelvo a abrir mi boca para hablar palabras que dañan… Y de nuevo me quedo dormida mientras leo mi Biblia o mis pensamientos divagan mientras estoy orando… Otra vez tuve la oportunidad de hablarle del Señor a mi vecina, y no lo hice… Qué decepción de mí misma, de las tantas veces que caigo y hago mal… De los momentos que estoy en Su Palabra y aprendo algo nuevo y me propongo cambiar, pero más tarde caigo de nuevo en el mismo error. Me reprendo por mi debilidad. ¿¡Por qué no puedes ser más fuerte!? ¿¡Por qué no haces lo que sabes que tienes que hacer¡? ¡Hasta cuando! Y me identifico plenamente con las palabras del apóstol Pablo: «En vez de lo bueno que quiero hacer, hago lo malo que no quiero hacer» (Romanos 7:19, TLA). En mi tiempo de oración le clamo a mi Padre que me ayude a ser mejor; que haga «lo que tenga que hacer» para cambiarme, modelarme y hacer de mí una linda vasija. Dios es fiel. Él dice que le clamemos y que nos responderá, y que nos hará conocer cosas maravillosas que no hemos conocido (Jer. 33:3). Para mí, el retiro de mujeres cuyo tema era «Caminar en la gracia» fue esa respuesta y el cumplimiento de Su promesa: mi Padre me reveló cosas maravillosas que yo no conocía; cosas que yo consideraba que estaban «bien», que no necesitaban ser escarbadas en lo profundo de mi corazón para ser transformadas, pero que eventualmente causarían más dolor si se las dejaba dormidas donde estaban. Y al igual que la suave mano del masajista, que cuando te toca con ternura ese músculo adolorido te hace retorcer por el dolor, mi Padre tocó con tanta dulzura mis temores, mis fallas, mis imperfecciones… me escudriñó hasta dejarme totalmente expuesta, descubierta y temblando al reconocer que mi maldad es más grande de lo que yo quiero admitir. Y en medio de ese momento en el que me sentí avergonzada, indigna, horrible porque no logro dejar de fallarle y porque fracaso diariamente en ser lo que Él desea que yo sea, Él suavemente me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en tu debilidad». - 2 Corintios 12:9 NTV Durante los casi dos días que estuve en el evento, mi Padre me rodeó con Su gracia de diversas maneras, y no pude evitar dejarme seducir por Él y vaciar toda la gratitud de mi corazón en lágrimas. Quizás las mujeres que estaban conmigo pensaron que yo era muy llorona –ja, ja- pero lo cierto es que yo estaba inmersa en el mejor spa del mundo, recibiendo los toques del mejor Masajista que puede existir, y no podía dejar de deleitarme ante cada uno de Sus toques. El Señor hizo un masaje en mi espíritu a través de las mujeres con las que compartí ese fin de semana: su aceptación, sus palabras de aliento, su disposición para escucharme y abrir su corazón (¡hasta las tres de la mañana!), su sabiduría, su cariño y su amistad. Siento que estas mujeres son un regalo del Señor para mí. Su amistad me bendice. La gracia que recibí a través de las alabanzas fue como las velas aromáticas del spa cuyo aroma te lleva al éxtasis. ¡¡Mis amigas, con sus voces melodiosas, adoran como ángeles!! Fue como estar en el Cielo. Y escucha el coro de esta canción… Señor, te pregunto: ¿cuántas veces me vas a levantar? Pues yo no dejo de decepcionarte. Y por cada vez que no alcanzo tu gloria, ¿cuánto tendrá que abundar tu perdón? Y tú me respondes: hija mía, te amo. Y mientras sigas buscando mi rostro, Caminarás en el poder de mi gracia suficiente cada día. (Grace, por Laura Story) (¡Y ahí ya me acabé la caja de pañuelitos!) Mi Padre me dio un masaje «de pies» (que es mi favorito) a través de las enseñanzas que las misioneras Lydia H. y Thelma N. compartieron con nosotras. Él usó el mensaje «a corazón abierto» de Lydia, su propio caminar en la gracia, para revelar mi pecado y mostrarme que necesito de Él. Su palabra rhema para mí fue: «Mientras sigas pensando que tu pecado no es “tan malo”, no podrás hacer lo que necesitas hacer para cambiar. Te estoy capacitando para que puedas poner tus pensamientos en Mí cada vez más. Cuando tu mente da vueltas con un sinfín de pensamientos, no puedes escuchar mi voz». Y los ejemplos de la vida de dos mujeres de la Biblia que experimentaron la gracia sublime de Dios, así como una preciosa ilustración de nuestra vida por parte de Thelma a través de una mandala para colorear, fueron el complemento perfecto del masaje del Señor para mí. Señor: ¿Quieres decir que aunque me siga equivocando tú me sigues amando? ¿Significa todo esto que a pesar de que he tomado malas decisiones, y aunque tenga que enfrentar las consecuencias, tú no me das la espalda? ¿Te refieres a que seguirás extendiendo tu mano para levantarme aunque por mi necedad caiga en un foso? ¿Me estás diciendo que no tengo que ser perfecta para ser aceptada y amada por ti? «Mi gracia para ti es abundante y suficiente. Mi poder se perfecciona en tu debilidad». Así es. Aunque falle cada día. Aunque me equivoque y meta la pata. Aunque mis faltas sean horribles. Si me arrepiento y sigo buscando al Señor cada día, Su poder obrará sobre mi debilidad y Su gracia suficiente me librará de toda opresión. Después de este fin de semana maravilloso en Su presencia y cobijada por Su gracia, mi espíritu ha cobrado nuevas fuerzas. Me siento renovada. ¡Y sin duda, el spa de la gracia del Señor es ahora mi lugar favorito! Si tú te sientes cansada, agotada, triste, anhelo que también puedas ir al mejor spa del mundo, cualquier lugar inundado con Su presencia, y que recibas esos toques que den un masaje a tu espíritu y puedas salir renovada. Que toda la gloria sea para mi Padre. Acabas de leer Un masaje de Su gracia. Te invito a dejar tu comentario y a compartir este artículo con otras mujeres a las que puede ser de bendición. Gracias.
2 Comentarios
3/13/2016 10:09:48 pm
Gracias Elena por compartir este mensaje.
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Laura López
2/7/2020 09:53:40 pm
Me encantó el tema, soy masajista y lo entendí a la perfección!! Gracias Elena.
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AutoraElena de Medina. Traductora y editora de literatura cristiana. Empresaria. Esposa y madre. Su mayor anhelo es cumplir con los sueños y el diseño de Dios para su vida. Su pasatiempo favorito es la lectura. Su anhelo es poder ser una mujer que inspira a otras a vivir para el Señor. Archives
marzo 2018
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