Amiga:
Te tengo una excelente noticia. ¡Ya están disponibles en español los calendarios mensuales de oración para la familia que ofrece el ministerio LifeWay Mujeres! Los puedes descargar gratuitamente cada mes desde la página principal del ministerio, o puedes seguir su perfil de Facebook. Permíteme compartir contigo nuestra experiencia del uso de estos calendarios como un recurso para estudiar la Palabra de Dios en familia. Al comenzar el 2017, mi esposo y yo nos habíamos propuesto enfocarnos más en la enseñanza de la Palabra de Dios a nuestros hijos, así que decidimos usar los calendarios de LifeWay (que en ese tiempo solo estaban disponibles en inglés) como una guía para el estudio de la Biblia en familia. Dado que aún tenemos una pequeña que recién está aprendiendo a escribir, y por otro lado un adolescente que aprende demasiado rápido, nos pareció que estos calendarios se iban a ajustar perfectamente a nosotros. Entonces imprimimos nuestro primer calendario y comenzamos a preparar todo para esta tarea. Lo primero que hicimos fue comprar un cuaderno de notas para cada uno en la familia. Procuramos que la pasta de cada cuaderno fuera del agrado de cada miembro, es decir, con flores y mariposas para las mujeres y con autos para los varones. También compramos bolígrafos de muchos colores, adhesivos de diversos tamaños y colores, y un caballete para colocar en él el calendario del mes junto al jarrón de flores de la mesa del comedor que es el lugar que usamos para reunirnos cada día. Hicimos todo esto con el afán de que este tiempo resultara atractivo para los niños. Nuestro tiempo de estudio familiar es en las noches; después de todas nuestras actividades del día y luego de haber cenado, nos sentamos a la mesa para este momento juntos. La primera noche, entregamos a cada uno su cuaderno y les invitamos a que hicieran una carátula con su nombre. Les explicamos a los niños que en ese cuaderno iban a escribir cada día un versículo de la Palabra y cualquier otra cosa que quisieran escribir de nuestro tiempo devocional: un pensamiento, lo que les ha llamado la atención del versículo, una petición de oración, o la manera en la que pueden aplicar en su vida el versículo leído. Y así comenzamos.
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Cierto día una conocida que solía mirar una serie de Netflix llamada Grey’s Anatomy llegó a visitarme. Ella comenzó a contarme del sinfín de enfermedades que la estaban agobiando, y en especial una que ella pensaba era muy grave. Ella sentía que estaba muy enferma. Lo irónico es que había ido al médico pensando que le daría un diagnóstico fatal, pero resulta que ninguna de sus enfermedades era real. Todo era producto de su imaginación. Ella se encontraba plenamente sana.
Yo nunca he visto la mencionada serie, pero me han comentado que narra el día a día de los cirujanos de un ficticio hospital de Seattle. Según entiendo, parte de la trama es ver cómo las personas llegan a padecer enfermedades raras o incurables, y la serie muestra el sufrimiento hasta el final cuando sanan o mueren. Mientras conversábamos sobre lo que aquella mujer había experimentado recientemente, ella dijo: «¡Vaya! Estoy viendo tanto Grey’s Anatomy que hasta estoy pensando que yo también estoy enferma y que ya me voy a morir». De inmediato pensé (aunque no me atreví a decírselo): Y si te das cuenta de esto, ¿por qué sigues metiendo esa basura en tu cabeza? La verdad es que muchas mujeres, sin darse cuenta, viven como cestos de basura: la basura que dejan entrar a su mente y a su vida a través de las telenovelas, las series de Netflix, la música pagana, los libros (en particular las novelas eróticas), los chismes, las relaciones tóxicas e incluso ciertas costumbres y tradiciones de las diferentes culturas. En la ciudad en la que vivimos están de moda las fiestas de cumpleaños «temáticas»; es decir, tienen un tema que distinguirá la celebración. Por ejemplo, si es una fiesta de niña, todo detalle de la celebración puede ser de Barbie o de una súper heroína. Si es de niño, puede ser de algún personaje de película o un deporte. Pero estas fiestas se extienden incluso a los adultos. Por ejemplo, conozco a una señora que celebró su cumpleaños con una fiesta solo para mujeres con el tema «Yo amo a Lucy». En todos los casos, los invitados reciben instrucciones de cómo ir vestidos y qué ornamento llevar de modo que se ajusten al tema de la fiesta. Si en tu zona no acostumbran a hacer este tipo de festejos, solo basta con que entres a Pinterest, busca algo como «Fiesta de Barbie» o «Fiesta del hombre araña» y encontrarás interminables ideas; los detalles que van desde las invitaciones hasta las tarjetas de agradecimiento y los recuerdos. Todo para la fiesta con un mismo tema. Las decoraciones, la torta, los juegos, etc. ¡Todo!
Hace algunos años recibimos (como familia) una invitación a una fiesta con el tema Barbie. La madre de la cumpleañera nos dio instrucciones previas de cómo debíamos ir vestidos. «Las mujeres como una Barbie; los hombres como un Ken». Llegó el día de la fiesta y ninguno en mi familia estaba vestido como nos habían indicado. En primer lugar, no somos de los que van corriendo a la tienda a comprar un vestido para cada fiesta. Tendríamos que elegir entre nuestras prendas existentes, y al parecer, ninguno de nosotros tenía ropa «estilo Barbie». En segundo lugar, sabíamos que la vestimenta no era lo importante; lo éramos nosotros, nuestra presencia, sin importar lo externo. Así que nos fuimos a la fiesta con nuestras ropas y peinados modestos, pero lejos de las expectativas de los dueños de la fiesta. Cuando llegamos, todos nos reímos por lo «desencajados» que estábamos, pero nos recibieron con cariño y pasamos la tarde entre varias Barbies de tacones altos y minifaldas y Kens con corbata y bien peinados, música de Barbie y ¡todo rosado! Dado que, como madres estamos llamadas a ser sabias en nuestra manera de dirigir el hogar e instruir a nuestros hijos, en lo personal, procuro observar y comparar todas nuestras vivencias a la luz de la Palabra, para entonces eliminar, enmendar o aplicar actitudes a nuestra vida como familia, que nos ayuden a vivir según el diseño de Dios para la familia y el hogar. Con eso en mente, de estas celebraciones he aprendido varias lecciones. Te las comparto a manera de preguntas: Amiga: Hoy te invito a escuchar esta hermosa canción. Esta es una canción perfecta para convertirla en una oración. De hecho, te invito a que hagas esta oración conmigo: Señor: barro soy. Ante el trono estoy. Moldéame hoy. Rómpeme si es necesario. Y yo, tu vaso soy. Una nueva creación. Soy obra de Dios, en manos del Alfarero. Si hiciste esta corta petición, ten la certeza de que Dios la escuchó. Sin embargo, debo advertirte que Él no toma a la ligera lo que le pedimos. Si le decimos «moldéame y rómpeme si es necesario» debemos estar dispuestas a sufrir dolor, el dolor que viene con la limpieza y la restauración de una herida que surge cuando, como en lo natural, nos han quebrado, nos han roto, para arreglar algo que no está bien. Lo maravilloso de esto es que nuestro Alfarero ve en nosotras la obra final, perfecta. Aunque en el proceso nosotras vemos solo imperfección y dolor, Él sigue rompiendo, moldeando y limpiando para que lleguemos a nuestro diseño único. Él no nos abandona en el proceso. Tampoco se cansa de seguir limpiando nuestras imperfecciones. Al contrario, con amor pule cada día nuestras asperezas. Mira lo que nos dice el apóstol Pablo sobre la obra que Dios está haciendo en nosotras: Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva. (Filipenses 1:6) Así es. Nuestro Padre continúa la buena obra en nosotras. Recuerda, no obstante, que todo esto requiere también de nuestra disposición. ¿Estás lista para rendirte cada día y sentir el dolor que viene con la transformación? Él solo podrá moldearnos en la medida en que se lo permitamos. Aunque a pasos muy lentos, si estás dispuesta a que Él te perfeccione cada día, eso es lo único que Él necesita para hacer de ti Su obra maestra. Te animo a no bajarte de la mesa del Alfarero. Permítele seguir trabajando en tu vida. Que Sus manos le den forma a cada rincón de tu corazón para que seas lo que Él ya ha visto en ti: la obra completamente terminada. Y que con cada dolor de la transformación puedas glorificar a Aquel que te ama, que se interesa por ti y que ya te ve perfecta. Acabas de leer Barro soy. Moldéame hoy. Si esta publicación te ha sido útil, deja tu comentario a continuación y comparte con otras mujeres a las que también les pueda ayudar. Gracias.
Como es normal, el inicio de cada año somos literalmente bombardeadas por varios medios con motivaciones a proponer «metas» y «propósitos» para el año: en la salud, en las finanzas, en los estudios, en el matrimonio, en la crianza de los hijos, en nuestra vida espiritual, ¡¡etcétera, etcétera, etcétera!! Encima de esto, al parecer este año ha tomado fuerza la tendencia de escoger una «palabra de enfoque» para todo el año, que te debe servir como punto de partida para todo lo que te propongas a lo largo de los 365 días que están por delante. Yo comencé mi año con mis propias metas personales, tanto en lo espiritual como en otras áreas de mi vida. Una de mis metas más importantes es en mi función de madre, y no solo me corresponde a mí sino que es para llevarla a cabo con mis hijos. Nos hemos propuesto escribir un versículo bíblico cada día, meditar en lo escrito y memorizar algunas porciones destacadas de la Palabra (el Salmo 23, los Diez Mandamientos, etc.). Todas mis metas ya me parecían suficientes y bastante «tangibles». No me hacían falta más. De pronto comienzo a escuchar otra vez la insistente voz de la corriente: «palabra de enfoque», «palabra de enfoque». Pensé que podría orar al respecto, pero en verdad estaba posponiendo la oración porque en lo profundo de mi ser no quería más metas que posiblemente no lograría cumplir y me harían sentir frustrada. Ya pasaron dos semanas desde que comenzó el nuevo año. Yo me mantuve ignorando el asunto de la «palabra de enfoque»… Pero mi Padre tenía algo especial en mente, así que en mi tiempo de estudio de la Palabra, Él me lleva a un mensaje en video presentado por LifeChurch cuyo propósito es incentivarnos a que nosotros no escojamos «una» palabra de enfoque para el año sino «varias» palabras, con base en la Biblia, en las cuales fundamentar nuestra vida entera. Sí, leíste bien, ¡¡la vida entera!! Y a continuación te comparto lo que aprendí.
No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta. Gran parte de nuestra vida no se relaciona con lo que nos ha pasado, sino con lo que pensamos sobre lo que nos ha pasado. Es decir, ante una misma circunstancia una persona puede pensar que ha sido lo peor que le ha ocurrido y que su vida se arruinó, mientras que otra puede verlo como una oportunidad para un cambio, para avanzar, para salir adelante. Y ni hablemos de los pensamientos que surgen de aquello que dejas entrar a tu mente. ¿Qué música estás escuchando? ¿Qué tipo de conversaciones tienes con tus amigas? ¿Qué programas de televisión estás mirando? ¿Qué estás viendo en Internet? ¿Qué es lo que más ves en las redes sociales? ¡¡Este es un tema para otra publicación en el blog!! (Más adelante escribiré sobre esto, sin duda). En 2 Corintios 10:5 (PDT) se nos enseña que debemos «capturar todos los pensamientos y hacer que obedezcan a Cristo». ¿Por qué? Porque nuestra vida caminará en la dirección de nuestros pensamientos más fuertes, y lo mejor es que estén centrados en Cristo. ¿Piensas que tu vida es miserable? ¿Piensas que no puedes lograr nada? ¿Piensas que eres fea, o que no eres suficiente? ¿Piensas que no eres una buena madre/esposa/hija/estudiante/amiga? Tu vida entera irá en la dirección de tus pensamientos. Por eso debemos tomar el sabio consejo de la Palabra: capturemos todos los pensamientos y hagamos que obedezcan a Cristo. En Jesús todo pensamiento se transforma y se llena de esperanza. En lugar de hablar de forma negativa comenzamos a creer, a ver una luz al final del camino, ¡a ver un camino! Y cuando dejamos que Jesús inunde nuestros pensamientos, de nuestra boca surgen solamente palabras de bien. Ya no pensamos en cosas deprimentes que nos llevan a la ruina, sino que tenemos vida abundante. Así que, a partir de este año yo no tengo una sino «muchas» palabras de enfoque, palabras que se convertirán en un fundamento de fe para prosperidad de mi vida y de todos aquellos a los que Dios ponga en mi camino. Cada día, yo confesaré: Jesús es lo primero en mi vida y yo vivo para servir y glorificar a Dios. Amo a mi esposo y doy mi vida por servirlo. Mis hijos servirán al Señor con todo el corazón. Yo les voy a enseñar, a equipar, a capacitar y a empoderar para que hagan en el Reino de Dios más de lo que ellos imaginan. Confieso que yo amo a los demás y decido creer solo lo mejor de cada persona. Cristo en mí es más fuerte que lo malo que yo pueda desear, y cada día me acerco más a Jesús. Gracias a Jesús mi familia es más unida, mi cuerpo se fortalece, mi fe es más profunda y mi liderazgo es más fuerte; soy ungida, empoderada, equipada y llamada para alcanzar a aquellos que están lejos de Dios. Soy creativa, innovadora, decidida, enfocada y bendecida sin medida, porque el Espíritu Santo mora en mí. Mis palabras, mis pensamientos y mi imaginación están en poder de Cristo; tomo cautivo todo pensamiento para hacer que obedezca a Cristo. Confieso que me levanto cada mañana con propósito, dirección y significado, ¡cada día de mi vida! El dolor es mi amigo. Me regocijo en el sufrimiento porque Cristo sufrió por mí. Yo me esfuerzo al máximo, y un poco más, porque lo que presento después de mi máximo esfuerzo es lo que marca la diferencia. Y proclamo que el mundo será diferente y mejor porque yo le he servido a Dios en este día. Yo te invito a que este año, más allá de toda meta que te hayas propuesto, te sumerjas en la Palabra de Dios para que llenes tus pensamientos con vida, y que de tu boca solo salgan palabras de bien. Recuerda que si piensas de forma negativa tus pasos irán tras esos pensamientos, y si es así, no podrás cumplir ninguna de tus metas. Haz que tus pensamientos y tus palabras cuenten en este año; que al final de cada día puedas pensar y decir confiada: «Hoy ha sido un día victorioso. He vivido de acuerdo a la Palabra de Dios y le he honrado con mis pensamientos. Mis pasos van en buena dirección». Que el 2017 sea para ti un año de bendición. (Basado en el mensaje Words to Live By del Pastor Craig Groeschel. Presentado por LifeChurch). Acabas de leer Mi «palabra de enfoque» para este año… ¡en realidad son muchas! Si esta publicación te ha sido útil, deja tu comentario a continuación y comparte con otras mujeres a las que les pueda ayudar. Gracias.
¿Te ha pasado alguna vez que, en un momento de un día ajetreado, entre la miríada de ruidos a tu alrededor, escuchas el suave susurro del Espíritu Santo al oído? Te alerta de algo… Te dice: «No dejes eso ahí, guárdalo…» Te previene: «No salgas ahora, espera…» Te motiva: «Ora por tal persona, llámala, te necesita…» Y decides ignorar esa voz. Pero el Espíritu Santo quiere que lo escuches. Así que te habla otra vez, y otra vez, y las veces que sean necesarias, hasta que Su susurro se vuelve un llamado urgente. «No hagas esto ahora, espera a mañana… Espera, no lo hagas… ¡DETENTE!» En Hechos 16:6-40 encontramos una historia un tanto similar. Pablo y Silas estaban viajando a diferentes lugares para predicar el evangelio, pero el lugar al que iban (o no) dependía de lo que el Espíritu Santo les guiaba a hacer. Si te fijas en los versículos 6-10, vas a notar que Pablo y Silas habían tenido que cambiar su rumbo ya dos veces porque el Espíritu Santo les había impedido que fueran a su destino. De repente el Espíritu le habla a Pablo a través de una visión y le muestra cuál es el lugar al que debían ir. Hagamos una pausa aquí. Pongámonos por un minuto en el lugar de Pablo y Silas y adaptemos esto a nuestra realidad. Muy bien, como soy una persona organizada, ya tengo listo mi plan de viaje. Iré de vacaciones a la playa, y luego iré de negocios a un gran evento en el extranjero. Todos los objetivos están claros y sé exactamente lo que quiero hacer. De pronto el Espíritu Santo me habla: —No quiero que vayas. No es un buen momento. —¿¡Disculpa!? Lo lamento, Espíritu Santo, pero yo ya tengo mi agenda planificada, ya están hechos los arreglos, ya está organizado el trabajo y los clientes ya saben que en esa fecha ¡¡me voy!! Sí, pues esa habría sido mi respuesta…. Por otro lado, mira lo que hicieron Pablo y Silas el momento que reconocieron la dirección del Espíritu Santo: «Entonces decidimos salir de inmediato hacia Macedonia, después de haber llegado a la conclusión de que Dios nos llamaba a predicar la Buena Noticia allí» [v. 10, énfasis añadido]. Para hacerte corta esta historia, aunque no fue fácil y pasaron algunos momentos desagradables, la obediencia «inmediata» de Pablo y Silas dio como resultado algunos eventos con consecuencias eternas: la conversión de dos familias enteras (vv. 11-15; 29-34), la liberación de una mujer endemoniada (vv. 16-18), y lo más importante, el nacimiento de la iglesia de Filipos (v. 40). ¿Te preguntas ahora cuál habría sido el resultado de algunas de tus decisiones si en lugar de ignorar la voz del Espíritu Santo hubieras obedecido de inmediato? Yo no solo me pregunto esto sino que tengo la plena certeza de que varios sucesos en mi vida habrían sido muy distintos. Además, cada vez que he desobedecido de manera deliberada, he perdido demasiado: cosas materiales, la confianza en mí misma, mi comunión con el Espíritu Santo y la paz con Dios. Por eso le pido al Padre que me enseñe a ser más obediente a las insinuaciones del Espíritu Santo. El Espíritu Santo siempre nos habla. Pero ¿sabemos escuchar? Y por encima de ello, ¿sabemos obedecer? Yo no… te soy honesta. Tengo un carácter fuerte, una voluntad firme, ciertas cualidades de líder y soy bastante testaruda. Cuando quiero algo, lo quiero a mi manera ¡y lo quiero ya! Pero estoy casi segura de que no soy la única. Creo que nuestra propia naturaleza como mujeres y la maldición que recayó sobre Eva hace que tengamos esa lucha interna (y diaria) de oponernos a la sumisión. Siempre queremos salirnos con la nuestra… O pensamos que lo que nosotros queremos es mejor que lo que quiere el Espíritu Santo. Él dice: «No te vayas. Quédate aquí y espera». Yo respondo: «Regreso enseguida. Cinco minutos. ¿Qué pude pasar?». Mi oración prioritaria más reciente es: «Ayúdame a obedecer de inmediato». Le digo: «Señor, te fallo… Te fallo a diario. Escucho tu voz, y no logro obedecer. Reconozco que este pecado me separa de ti. Reconozco que soy débil. Te necesito. Por favor, enséñame cómo obedecer de inmediato. Ayúdame a tener la fuerza para rendir mis propios deseos y someterme a tu voluntad. Que yo pueda menguar, para que obres tú. Y que solo Tú recibas la gloria de lo que harás a través de mi obediencia. Amén». Si te sientes identificada conmigo en esta falencia de saber obedecer a la voz del Espíritu Santo, te invito a que hagas esta oración conmigo, y que abramos nuestros oídos para estar atentas a esos susurros, a las corazonadas, a los sueños y visiones, y que seamos prontas en obedecer de inmediato, al igual que Pablo y Silas. Te aseguro que si lo hacemos, viviremos en Su paz y veremos bendición tras bendición. Acabas de leer Cómo experimentar la paz de Dios (1). Te invito a dejar tu comentario y a compartir este artículo con otras mujeres a las que les puede ser de bendición. Gracias.
No sé qué piensas tú, pero para mí uno de los deleites más maravillosos que pueden existir son los masajes corporales. Y ni hablar de los masajes en los pies. ¡Son mis favoritos!
Algunos días, luego de terminar algún proyecto de traducción o revisión, me recuesto en mi cómodo mueble de cuero café, y pregunto: ¿Quién quiere ganarse unos dólares en este instante? Mis hijos saben lo que eso significa: ¡¡Mamá necesita masajes!! (Bueno, hay que enseñar a los niños que el dinero llega con esfuerzo, ¿verdad?) Cuando me siento estresada, tensa y hasta adolorida, anhelo un buen masaje corporal. Pero la verdad es que no siempre consigo uno, y nunca me propongo ir al spa porque no está entre las prioridades de mi vida (para mí siempre habrá algo más «importante» que gastar tiempo en mí misma). Pero las pocas veces que he ido al spa o al masajista, han sido un verdadero placer. Lo que yo no había notado es que, aun en medio de una «vida espiritual rigurosa», mi espíritu puede sentirse de la misma manera que mi cuerpo: agotado, tenso, adolorido. Y a esta lista puedo añadir más sensaciones que hacen que nuestro espíritu se sienta ansioso por recibir un «masaje espiritual». Hace una semana tuve la oportunidad de asistir a un maravilloso retiro de mujeres que me ayudó a ver esta realidad; esta necesidad que yo tenía pero que estaba desatendida. Seguramente tú preguntas: —¿Pero acaso no oras cada día? ¿Acaso no inviertes tiempo en la Palabra? Y mi pronta respuesta es: —Estudio lecciones de vida cristiana en video cada día a las 5am, junto a mi esposo, y oramos por una hora. Luego cada uno tiene su tiempo personal para buscar el rostro del Señor. Por lo general estudio la Biblia a fondo cada día durante las horas de trabajo, pues mi labor es la de traducir/editar comentarios de la Biblia o Biblias de estudio con alto contenido teológico que requieren análisis profundo de los idiomas originales y también edito libros de vida cristiana. Ya que mi pasatiempo favorito es leer, leo toda clase de libros cristianos que sean alimento para mi fe. Y en cada oportunidad que me es posible, escucho música de alabanza y adoración en la que me deleito en gran manera. No te voy a decir qué más hago, porque no quiero parecer presumida. Pero sí me gustaría que entiendas lo que yo acabo de comprender: aunque tengas una vida rigurosa de oración y meditación en la palabra, existen momentos especiales y diferentes, a los que yo llamo «Spa de Su gracia», en los que puedes recibir esos «toques» y otros detalles que serán como un masaje que el Padre le brinda a tu espíritu. Personalmente creo que este masaje con el que Dios te consiente es un recordatorio de Su gracia. Es decir, cuando me refiero a que mi espíritu se siente agotado, tenso y adolorido, no es por falta de comunión con Él. Al contrario, mientras más sólida es mi comunión con el Señor, más veo las falencias e imperfecciones, los pecados y la maldad de mi corazón, la necesidad insondable que tengo del Señor en mi vida. Darme cuenta de cuán incompleta soy, de cuánto le fallo al Señor cada día, de que no merezco Su favor y sin embargo Él está ahí a cada instante… eso causa dolor, agotamiento, decepción. No hacia Dios, sino hacia mí misma, porque aunque me esfuerzo y pongo todo mi empeño en ser lo que Él anhela de mí, le fallo. Y vuelvo a faltarle el respeto a mi esposo… Y nuevamente pierdo la paciencia con mis hijos, y les grito… Y una vez más doy oídos a los chismes y vuelvo a abrir mi boca para hablar palabras que dañan… Y de nuevo me quedo dormida mientras leo mi Biblia o mis pensamientos divagan mientras estoy orando… Otra vez tuve la oportunidad de hablarle del Señor a mi vecina, y no lo hice… En mi testimonio compartido la semana anterior comenté que el día que recibí el diagnóstico negativo de parte de mi médico, me derrumbé. Ese día hablé por teléfono con mi mejor amiga, y lloré. Abracé fuertemente a mi esposo, y lloré. Pensé en muchas cosas, y lloré. Lloré mucho. A cada rato. Quería mostrarme fuerte ante mi esposo y mis hijos, pero tenía un mar de emociones y lágrimas que me estaba ahogando, así que dejaba que se derramara tras cada sonrisa de mis niños y sus tiernas voces hablándome, tras cada palabra amorosa de mi esposo, tras cada pensamiento de un futuro incierto, con un posible espacio vacío en la mesa de la familia. Pero doy gracias a Dios por haberme llevado a Su palabra a tiempo para librarme de esos pensamientos negativos que solo me hacían sentir miserable. Cuando decidí ser barro moldeable en Sus manos después de leer Jeremías 18:4-6, compartí la revelación con mi esposo. Si yo iba a ser barro moldeable en las manos del Alfarero, significaba que iba a comenzar a experimentar cambios. Él iba a iniciar un trabajo de transformación en mí, y en esta ocasión, la rueda del Alfarero estaba sobre una barca en medio de una tormenta, así que necesitaba ciertas «protecciones» que me rodearan para que los golpes de la tempestad no me lanzaran al vacío.
En los primeros días de septiembre del año anterior (2015) recibí un reporte médico de esos que tienen la capacidad de golpearte fuerte, de robarte toda alegría y de lanzarte al vacío de un futuro incierto. Los exámenes revelaron que había un tumor de tamaño mediano en mi útero. Todos los síntomas y pruebas apuntaban a que se trataba de un cáncer maligno con la posibilidad de que estuviera extendido. Mi médico optó por ser directo y no darme muchas esperanzas. Con honestidad te digo, ese día no vi un rayo de luz. Pocos días antes había fallecido una amiga de mi infancia que también recibió el mismo diagnóstico solo seis meses antes del día que partió. Sentí que mi destino era el mismo y que mi tiempo en este mundo había llegado a su fin. Me sentí triste. Me inundó el pesar de saber que mis hijos, que aún son pequeños, quedarían sin su madre. Me puse a pensar qué iba a ser del futuro de mi esposo. Me asfixiaron las imágenes de un cuadro trágico y lúgubre en el curso de la vida de mi familia. Entonces me vi a mí misma en ese hoyo de la desesperación, ahogada por los pensamientos a los que yo estaba dando rienda suelta. Y desde el fondo de ese lugar oscuro, clamé al Señor. Le pedí que me rescatara, que me guardara de la falta de fe y de una actitud negativa. Le rogué que me librara de mí misma.
Era sábado en la noche. Habíamos decidido ir a una plaza cercana para comprar un par de zapatos deportivos que necesitaba una de nuestras hijas. No teníamos apuro, por lo que íbamos despacio en nuestro auto, contemplando las luces de la ciudad mientras conversábamos. En esos días teníamos un conflicto, una situación inusual con un cliente que, por razones fuera de su control, no nos había pagado una fuerte suma de dinero que correspondía a nuestro trabajo de cuatro meses en dos de sus proyectos grandes. Cinco de nuestros colaboradores trabajaron con nosotros en estos proyectos, pero a ellos no les hicimos esperar; les pagamos a tiempo usando nuestros ahorros personales. Dado que el cliente nunca nos habló de sus problemas financieros y nosotros habíamos confiado en su puntualidad, habíamos adquirido compromisos económicos, a los cuales ya estábamos fallando. Varios meses habían pasado y la cantidad en juego se hacía aún mayor. Nuestra situación económica se tornó muy ajustada; pues habíamos contado con ese dinero para vivir por un par de meses mientras trabajábamos en otros proyectos para otros clientes, cuyos pagos no llegarían hasta terminar cada asignación. En medio de todo esto llegó enero, el mes en el que damos nuestras primicias. Hemos aprendido que las primicias son la totalidad de nuestros primeros ingresos del año. Esto es así para nosotros por la naturaleza de nuestro trabajo, pero esto puede variar dependiendo de la situación de cada persona. Quizás para ti sea la entrega de tu primer sueldo del año, o los ingresos de tus primeras ventas, o de las primeras bendiciones económicas que has recibido en el mes. Nuestro primer ingreso del año fue el pago de un proyecto pequeño, pero que cubriría nuestras cuentas del mes sin problema. Sin embargo, hicimos cuentas. Volvimos a hacer cuentas. Tratábamos de hacer ajustes para no dejar de cubrir ningún rubro, pero al final el resultado era el mismo: si dábamos las primicias en enero, no tendríamos suficiente dinero para cubrir varias de nuestras deudas. Pero nos preguntábamos cómo íbamos a hacer para cubrir lo demás. De dónde íbamos a sacar el dinero para comprar la comida y el regalo de cumpleaños de nuestro hijo, Nicolás, que en un par de días cumpliría 13 años. Qué proyecto podíamos terminar más pronto de lo normal para poder cobrar antes. ¡Qué íbamos a hacer!
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AutoraElena de Medina. Traductora y editora de literatura cristiana. Empresaria. Esposa y madre. Su mayor anhelo es cumplir con los sueños y el diseño de Dios para su vida. Su pasatiempo favorito es la lectura. Su anhelo es poder ser una mujer que inspira a otras a vivir para el Señor. Archives
marzo 2018
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